Los elementos antes descritos nos han llevado a delinear un abordaje heterodoxo y pragmático, a todo nivel. Respecto de la información, para empezar, hemos recurrido a una pluralidad de fuentes. Apenas comenzada la investigación –en octubre de 2010–, distribuimos un cuestionario online que sirvió de encuesta preliminar: a febrero de 2011, 120 editores, libreros, bibliotecarios, agentes, programadores y distribuidores de todo el mundo en desarrollo han contribuido con sus respuestas y puntos de vista sobre la cuestión de la edición electrónica en sus países. El formulario sigue activo, y puede encontrarse siguiendo este hipervínculo. Los gráficos y tablas obtenidos se hallan en el anexo, al final del informe.[1]
Además del formulario, hemos entablado unas 30 entrevistas en profundidad, muchas de las cuales formarán parte de un blog sobre la edición independiente en la era digital. Fue especialmente importante la posibilidad de trabajar cara a cara con varios de los editores consultados, en Frankfurt (octubre de 2010), San Pablo (diciembre de 2010), Londres (diciembre de 2010), Ouagadougou (diciembre de 2010) y Buenos Aires (febrero de 2011).
En cuanto a la bibliografía, debemos admitir que los libros disponibles sobre la tema no han sido de real utilidad. Como ya señalamos, cualquier texto sobre edición electrónica anterior a 2008 constituye una verdadera reliquia. De modo que hemos recurrido a un abundante catálogo de artículos y papers, la mayoría de los cuales provienen de fuentes en línea y pueden consultarse en las notas al pie.
A tal punto la cuestión estudiada se revela dinámica, que hemos optado por publicar estos resultados –siempre provisorios– en formato digital, no sólo por el fácil acceso que caracteriza a la web, sino por la posibilidad de incluir hipervínculos en el texto y de intercambiar comentarios con los lectores. De esta forma, esperamos que los profesionales interesados puedan contribuir con nuevas informaciones, perspectivas diferentes y otras notas que seguramente enriquecerán el estudio original, que logrará así –al menos por un tiempo– evitar el destino de aquellos libros cristalizados en formato impreso que hoy resultan obsoletos.
Dado el gigantesco volumen de información existente, hemos limitado la investigación a seis grandes áreas: 1) América Latina; 2) África subsahariana; 3) Mundo árabe; 4) Rusia; 5) India; 6) China. En esta lista quedan así comprendidos tanto los países emergentes del grupo BRIC como otras naciones de menor crecimiento. Por supuesto, nuestra elección deja afuera un número elevado de naciones que –como Indonesia, Pakistán o Mongolia– podrían aportar casos muy destacados de edición electrónica; en cierta medida, algunas de las tendencias presentes en las áreas estudiadas podrán servir como punto de partida para abordar estos países de Asia cuyos lazos económicos, culturales, políticos y religiosos con India, China o Rusia son considerables; en cualquier caso, este tipo de análisis quedará relegado a una ocasión ulterior. El lector observará además que incluso dentro de las áreas escogidas, algunos países no resultan mencionados, mientras que otros –como Sudáfrica, dentro de la región subsahariana– reciben un tratamiento in extenso; esto se debe a la particular selección de fuentes que hemos realizado, la cual no agota en modo alguno el rico universo de casos posibles; también aquí podríamos pensar que las experiencias descritas valen como tendencias regionales, en la medida en que las problemáticas de un país africano, árabe o latinoamericano son más similares a las de sus vecinos que a aquellas de EEUU o Europa. Pero, nuevamente: los países no mencionados deberán ser objeto de investigaciones futuras.
Hemos procurado prestar atención a los casos reales de edición digital, a las tecnologías involucradas y a las dificultades de migración de los jugadores provenientes de la edición tradicional. El lector verá que en diversas oportunidades hemos descrito la situación del e-commerce local, incluso respecto de productos que no son electrónicos, pues el tema nos parece un antecedente clave para la problemática estudiada. Por el contrario, dado que nos hemos ceñido a la edición de libros y revistas, no hemos profundizado en otras ramas que –como la edición de noticias o el e-learning– merecerían una pesquisa aparte.
En nuestro tratamiento de cada región, hemos preferido generalmente el tono descriptivo a la toma de partido, en la convicción de que exponer los hechos realzando la voz de los actores locales constituye en sí mismo un compromiso suficientemente fuerte. En efecto, abordar la realidad del Sur en su propia autonomía y no como un reflejo imperfecto del Norte puede abrir las puertas a un programa nuevo.
Por otra parte, hemos evitado lo más posible la tentación de emitir proclamas simplistas que no necesariamente ayudan a construir herramientas provechosas. En el tema que nos ocupa, resulta siempre muy atractivo efectuar anuncios del estilo “El software que utiliza el Sur debe ser siempre open source, para luchar contra las corporaciones” o “no hay que utilizar la tecnología del Norte”, etc. Consignas de esta clase transmiten una gran intensidad, pero son a priori difíciles de probar: lo interesante sería eventualmente investigar qué software open source resulta ventajoso para qué casos, cuál tecnología del Norte conviene utilizar y cuál no, de qué modo, etc.
Con todo, hemos incluido paso a paso un buen número de propuestas para la Alianza Internacional de Editores Independientes y la Fundación Prince Claus, que serán retomadas y ampliadas en la última sección del estudio. Todas estas recomendaciones se guían por el mismo principio: tomar la situación de las regiones en desarrollo en su propia especificidad, a fin de desplegar sus auténticas potencialidades. A nuestro entender, las regiones del Sur no precisan de ningún “igualamiento” operado desde fuera; la igualdad aquí no es la meta, sino el punto de partida, en la medida en que todas las regiones cuentan con enormes fortalezas intrínsecas. El objetivo más bien sería contribuir, desde dentro, a que los emprendedores del Sur compitan exitosamente con sus colegas del Norte y logren incluso superarlos.
Así, la exposición quedará organizada en estas secciones, que bien pueden consultarse por separado, pero adquieren un sentido integral si se leen en el orden siguiente:
- América Latina
- África subsahariana
- Mundo árabe
- Rusia
- India
- China
- Balance, propuestas y plan de acción
- Vale la pena aclarar que los resultados de nuestra encuesta tienen un valor puramente orientativo. Para obtener tendencias firmes, la muestra debería ser más amplia y diversa; por ejemplo –por motivos que explicaremos en la sección correspondiente–, no hemos recibido respuestas de editores de China continental. Con todo, aunque a nivel cuantitativo los datos sean muy provisorios, la encuesta sí puede servir para expresar aspectos interesantes desde el punto de vista cualitativo.↵